A mucha gente se le ha caído en algún momento la cámara de fotos al agua (a mí entre ellos) y la mayoría de la gente la da por perdida, pero no yo.
Antecedentes: estaba muestreando ranas en un pequeño río en Monteverde, Costa Rica; llevaba conmigo mi excelente Nikon Coolpix 4500 atada de la muñeca, como siempre. Comenzó a llover y decidí guardarla en una bolsa con cremallera para protegerla; en el momento que deposité la cámara en la bolsa, ésta decidió abrirse por debajo convirtiéndose en un tubo plástico y la cámara cayó a la poza en la que tenía los pies en ese momento. La recogí inmediatamente, pero la cámara ya se había dado un buen baño, habiéndose sumergido completamente en el líquido elemento.
Experiencias previas en la materia: obviamente era la primera cámara que se me caía al agua; además era la segunda cámara de este modelo que compraba, ya que la primera me la habían robado apenas dos meses antes (así que la cámara no tenía ni un mes, el disgusto momentáneo fue tremendo). Afortunadamente entre las muchas cosas que había leído sobre fotografía en mi vida, estaba un artículo sobre cómo no perder una cámara que se te ha caido al agua.
Solución: El proceso de secado tiene que ser inmediatamente después de que se haya caído la cámara al agua, ¡no hay tiempo que perder!, cuanto más tiempo pase, más dañará el agua tu cámara.
Lo primero es abrir la cámara por todas las partes posibles, sacar la tarjeta y la batería y secar muy concienzudamente con un papel lo más absorvente posible (el papel higiénico es perfecto) todas las partes al alcance de la mano, incluyendo los conectores USB y demás.
Una vez que la has secado todo lo posible, metes la cámara en una bolsa. A la entrada de la bolsa le acoplas un secador de pelo con cinta de embalar o celofán, a la parte posterior de la bolsa le abres un par de agujeros para que una vez encendido el secador, el aire pueda salir.
Enciendes el secador (no caliente) y lo mantienes así un buen rato. En mi caso no tenía secador de pelo, así que acoplé la bolsa con la cámara dentro a una salida de aire acondicionado de un coche; encendí el coche, encendí el aire y cerré todas las demás salidas de aire para que se canalizara en la que a mí me interesaba en ese momento. Como el aire acondicionado es tan seco, absorve mucha humedad, así que resultó muy eficaz.
Cuando ya estás aburrido de sostener la cámara de este modo (con el secador o con el aire del coche) sigues un buen rato más. Finalmente cuando crees que está suficientemente seca, dejas la cámara un rato al sol, pero sin que se achicharre.
Tras todo este proceso de secado, cuando la volví a encender funcionaba, aunque la pantalla se veía rara, así que seguí secándola un poco más.
Después de más de cuatro horas secando la cámara, ésta funcionaba perfectamente y después de seis años de aquél suceso, todavía sigo usándola (a pesar de que en la era digital casi nadie usa cámaras con más de dos años de antigüedad, pero cualquiera que tenga la Nikon Coolpix 4500, entenderá por qué la sigo usando)
Espero que este truco pueda servir a alguien, como a mí me sirvió haberlo leído en alguna revista de fotografía.
Antecedentes: estaba muestreando ranas en un pequeño río en Monteverde, Costa Rica; llevaba conmigo mi excelente Nikon Coolpix 4500 atada de la muñeca, como siempre. Comenzó a llover y decidí guardarla en una bolsa con cremallera para protegerla; en el momento que deposité la cámara en la bolsa, ésta decidió abrirse por debajo convirtiéndose en un tubo plástico y la cámara cayó a la poza en la que tenía los pies en ese momento. La recogí inmediatamente, pero la cámara ya se había dado un buen baño, habiéndose sumergido completamente en el líquido elemento.
Experiencias previas en la materia: obviamente era la primera cámara que se me caía al agua; además era la segunda cámara de este modelo que compraba, ya que la primera me la habían robado apenas dos meses antes (así que la cámara no tenía ni un mes, el disgusto momentáneo fue tremendo). Afortunadamente entre las muchas cosas que había leído sobre fotografía en mi vida, estaba un artículo sobre cómo no perder una cámara que se te ha caido al agua.
Solución: El proceso de secado tiene que ser inmediatamente después de que se haya caído la cámara al agua, ¡no hay tiempo que perder!, cuanto más tiempo pase, más dañará el agua tu cámara.
Lo primero es abrir la cámara por todas las partes posibles, sacar la tarjeta y la batería y secar muy concienzudamente con un papel lo más absorvente posible (el papel higiénico es perfecto) todas las partes al alcance de la mano, incluyendo los conectores USB y demás.
Una vez que la has secado todo lo posible, metes la cámara en una bolsa. A la entrada de la bolsa le acoplas un secador de pelo con cinta de embalar o celofán, a la parte posterior de la bolsa le abres un par de agujeros para que una vez encendido el secador, el aire pueda salir.
Enciendes el secador (no caliente) y lo mantienes así un buen rato. En mi caso no tenía secador de pelo, así que acoplé la bolsa con la cámara dentro a una salida de aire acondicionado de un coche; encendí el coche, encendí el aire y cerré todas las demás salidas de aire para que se canalizara en la que a mí me interesaba en ese momento. Como el aire acondicionado es tan seco, absorve mucha humedad, así que resultó muy eficaz.
Cuando ya estás aburrido de sostener la cámara de este modo (con el secador o con el aire del coche) sigues un buen rato más. Finalmente cuando crees que está suficientemente seca, dejas la cámara un rato al sol, pero sin que se achicharre.
Tras todo este proceso de secado, cuando la volví a encender funcionaba, aunque la pantalla se veía rara, así que seguí secándola un poco más.
Después de más de cuatro horas secando la cámara, ésta funcionaba perfectamente y después de seis años de aquél suceso, todavía sigo usándola (a pesar de que en la era digital casi nadie usa cámaras con más de dos años de antigüedad, pero cualquiera que tenga la Nikon Coolpix 4500, entenderá por qué la sigo usando)
Espero que este truco pueda servir a alguien, como a mí me sirvió haberlo leído en alguna revista de fotografía.