Nosotros visitamos el grupo habituado de la garganta de Kyambura, dentro del mismo parque nacional de Kazinga.
Hace unos seis millones de años un primate, ancestro común entre los humanos y los chimpacés, pululaba por las selvas húmedas que cubrían prácticamente todo el África ecuatorial. Diversos cambios geológicos hicieron que surgiera el valle del Rift, produciendo un clima más seco en las partes más orientales del continente.
Lo que antes era una tupida y continua selva, se fue convirtiendo, en el este de África, en un bosque cada vez más abierto, hasta formar las sabanas que todos conocemos ahora.
La garganta de Kyambura es un perfecto ejemplo de cómo pudieron surgir las dos especies a partir de una primitiva y común. En el fondo de la garganta aún se mantiene un frondoso bosque, mientras que las partes de arriba que la rodean son más secas y el bosque pasa a ser una sabana.
Se supone que tras un primer cambio climático que hizo toda la zona mucho más seca, la mayoría de los primates se refugiaron en gargantas como la de Kyambura. En algún momento, algunos individuos del primate ancestral común se aventuraron fuera de la garganta y dentro de la sabana. Esas poblaciones comenzaron a sufrir cambios para adaptarse al nuevo habitat más seco donde no podían ir de un árbol a otro sin bajar al suelo. Poco a poco, las dos especies se fueron diferenciando, una haciéndose más arborícola y la otra más de espacios abiertos. La primera el chimpancé y la segunda el humano.
En el mirador que hay en la garganta de Kyambura puedes imaginarte cómo fueron surgiendo ambas especies y puedes darte cuenta cuan cerca estamos ambas especies y qué parecidas somos.
La mayor parte del tiempo estuvimos observando a un chimpancé muy joven que no paraba de molestar a su hermano mayor mientras su madre pasaba de todo. Luego estuvimos viendo a un adulto que sesteaba en una rama y que cuando se percató que le observábamos, se puso a observarnos.