Empezar esta bitácora con el "Baobab" no es baladí. Es mi árbol favorito.
El Baobab africano, Adansonia digitata, es la única de las ocho especies del género que crece en África continental; de las demás, seis son originales de Madagascar y la última de Australia.
Hay un montón de datos sobre estos árboles impresionantes que podéis encontrar en cualquier lado, así que yo me voy a centrar en aspectos menos conocidos y más prosaicos.
La mayoría de la gente que viene a África de turismo, ve los baobab pelados, si hojas, sin flores y sin frutos, con la típica silueta de árbol plantado al revés, y eso es porque la mayoría de la gente viene del verano boreal al invierno austral, y así es imposible ver al baobab en su máximo esplendor.
Los baobab son como los olmos en muchos pueblos de la meseta castellana: el centro del pueblo, el centro de la plaza, el lugar de reunión, el centro de la vida.
Cerca del Parque Nacional de Gorongosa vi uno que incluso hacía las veces de oficina censal.
El Baobab africano, Adansonia digitata, es la única de las ocho especies del género que crece en África continental; de las demás, seis son originales de Madagascar y la última de Australia.
Hay un montón de datos sobre estos árboles impresionantes que podéis encontrar en cualquier lado, así que yo me voy a centrar en aspectos menos conocidos y más prosaicos.
La mayoría de la gente que viene a África de turismo, ve los baobab pelados, si hojas, sin flores y sin frutos, con la típica silueta de árbol plantado al revés, y eso es porque la mayoría de la gente viene del verano boreal al invierno austral, y así es imposible ver al baobab en su máximo esplendor.
Los baobab son como los olmos en muchos pueblos de la meseta castellana: el centro del pueblo, el centro de la plaza, el lugar de reunión, el centro de la vida.
Cerca del Parque Nacional de Gorongosa vi uno que incluso hacía las veces de oficina censal.
De los baobab la gente obtiene de todo, sus semillas se pueden comer, directamente o dejándolos secar y haciendo harina o extrayendo su aceite o fermentándolas para hacer licor o tostándolas para sustituir al café.
Con el fruto que envuelve a las semillas hacen de todo, desde pequeños tambores y recipientes, hasta trampas matarratas.
De la corteza y el tronco se saca, a tiras, una fibra muy resistente con la que se hacen cuerdas, especialmente valoradas para tensar arcos, cestas, bolsos, canastas y máscaras.
Las hojas se comen en sopas y salsas, y como infusión tienen múltiples propiedades; de sus flores las abejas, que hacen sus panales en los huecos del mismo árbol, sacan una miel muy apreciada.
Con el polen mezclado con agua se hace pegamento.
Con la savia mezclada con diferentes tierras se consiguen pigmentos de distintos colores.
Por supuesto, los viejos y gigantescos baobab dan cobijo a miles de animales... y personas.
En Mozambique vi uno en cuyo interior cabían más de 20 personas y según los locales sirvió de refugio a los guerrilleros de la Renamo en tiempos de la guerra civil. En Suráfrica hay uno en el que han instalado un bar que acoge cómodamente a 40 personas y en Zimbabue otro ejemplar enorme sirve de parada de autobús.
Algunos bosques de la costa del Índico de África están asentados sobre suelos muy superficiales, casi en contacto directo con la roca madre formada por corales fósiles, siendo los baobab, los únicos árboles capaces de penetrar con sus raíces dichos suelos, por lo que son imprescindibles para el ecosistema entero.
Además de todo esto, por si fuera poco, en muchos sitios los baobab son venerados y tienen un halo de espiritualidad que los hace muy importantes para las comunidades cercanas.
El baobab, más que ningún otro árbol en África, es el árbol de la vida.
Con el fruto que envuelve a las semillas hacen de todo, desde pequeños tambores y recipientes, hasta trampas matarratas.
De la corteza y el tronco se saca, a tiras, una fibra muy resistente con la que se hacen cuerdas, especialmente valoradas para tensar arcos, cestas, bolsos, canastas y máscaras.
Las hojas se comen en sopas y salsas, y como infusión tienen múltiples propiedades; de sus flores las abejas, que hacen sus panales en los huecos del mismo árbol, sacan una miel muy apreciada.
Con el polen mezclado con agua se hace pegamento.
Con la savia mezclada con diferentes tierras se consiguen pigmentos de distintos colores.
Por supuesto, los viejos y gigantescos baobab dan cobijo a miles de animales... y personas.
En Mozambique vi uno en cuyo interior cabían más de 20 personas y según los locales sirvió de refugio a los guerrilleros de la Renamo en tiempos de la guerra civil. En Suráfrica hay uno en el que han instalado un bar que acoge cómodamente a 40 personas y en Zimbabue otro ejemplar enorme sirve de parada de autobús.
Algunos bosques de la costa del Índico de África están asentados sobre suelos muy superficiales, casi en contacto directo con la roca madre formada por corales fósiles, siendo los baobab, los únicos árboles capaces de penetrar con sus raíces dichos suelos, por lo que son imprescindibles para el ecosistema entero.
Además de todo esto, por si fuera poco, en muchos sitios los baobab son venerados y tienen un halo de espiritualidad que los hace muy importantes para las comunidades cercanas.
El baobab, más que ningún otro árbol en África, es el árbol de la vida.